martes, 28 de octubre de 2014

Gracias...

Hoy me voy a permitir escribir en primera persona...; hoy me voy a permitir recordar desde el "yo" más sincero uno de los momentos más vívidos, emocionantes y bellos de mi (todavía corto) vivir taurino...; hoy quiero dedicar mis palabras a José María Manzanares...
Hoy a las dos de la tarde se ha quedado grabada en mi memoria a fuego, como si no lo estuviera ya, una tarde de Feria en Algeciras en el año 2005...

Hablar de lo que ha significado Manzanares para el toreo desde aquí resulta, cuanto menos, innecesario; hablar de sus grandes faenas, sus logros y sus derrotas, su luz y su oscuridad sería demasiado obvio. Yo quiero otra cosa...Quiero volver a aquella tarde en Las Palomas, quiero volver a sentir el calor que sentí aquella tarde cuando vi lo que se puede hacer con temple, con compás, con pasión, con valor y con arte, con una muleta en la mano izquierda y el mundo entero en los ojos...

Desde que era una niña, embelesada por aquello que ponían en televisión de los toros y los toreros, Manzanares ha estado presente en mis vivencias en esto del toro: sus grandes años, sus "puertas grandes", sus tardes convulsas...Durante 30 años llenó mis tardes de primavera y verano de aprendizaje, de sonidos, de imágenes, de errores y aciertos. No ha sido el único, afortunadamente, pero quizás sí el primero de aquellos a los que vi torear desde la primera consciencia que se tiene de este mundo en irse; y lo primero es lo que marca...
Al igual que contar a un amigo cómo era la apariencia de tu primer amor sin explicar qué sentías al ver a esa persona es como abrir una caja vacía, relatar cómo toreaba Manzanares sin llorar qué sensaciones me invadían no sirve de nada. Y sin querer hacer un índice sin más de palabras sin sentido, vaya una única experiencia como ejemplo...
El 25 de junio de 2005, presencié lo que hasta entonces para mí era algo que sólo existía en mi imaginación. Muchas veces había escuchado hablar de la catarsis colectiva que supone ser testigo de  una faena grandiosa y emocionante, pero nunca la había sentido en mi nuca...; cuando escuchaba las historias de Paco Ojeda en Málaga en el 85, o el indulto de "Comedia" por Emilio Muñoz en Algeciras en el 90, o la primera Puerta del Príncipe de Espartaco me preguntaba a mí misma cómo sería aquello...Y tuvieron que pasar 23 años y 8 meses para descubrirlo...

Tampoco voy a desgranar una faena que es por todos conocida, y a la que el mismo Manzanares se refería como una de las mejores de toda su trayectoria. Simplemente voy a hablar de mis recuerdos, que por recordar sería capaz de precisar hasta mi atuendo esa tarde, al igual que se recuerda qué prendas elegiste de tu armario el día que conociste el amor por vez primera...Yo no conocí esa tarde mi primer amor, pero sí fui consciente de muchas cosas: fui consciente la grandeza que tiene este mundo de poner de acuerdo a miles de personas, de la belleza que puede surgir de una lucha, del valor de la vida y de la muerte,de la satisfacción que puede ocasionarte ser parte, y partícipe, del clímax de un rito tan antiguo como la existencia del hombre y el toro y tan mágico como la Noche de Reyes...; fui consciente de que se puede, y se debe, llorar de desesperación ante tanta emoción contenida en un trozo de tela...
Aquella fue la primera vez de la que tengo consciencia, certeza y seguridad, que lloré en una plaza de toros...Y eso es algo que jamás se olvida (y pido con rabia que jamás se borre de mis recuerdos...)
Hoy, 28 de octubre, y algo más de 9 años después, he vuelto a recuperar ese recuerdo, y para verificar que mi mente no me engañaba, he buscado las imágenes de aquel día y he comprobado que la inocencia sigue intacta, y que se me han vuelto a erizar los vellos de la nuca, como la primera vez que fui a una plaza de toros...

Hoy es un día triste para los que amamos este mundo, pero mientras sentimos el dolor de tu muerte, Joselito, Belmonte, Manolete, Manolo Vázquez, Antonio Ordóñez y Camarón te aguardan para reunirse con uno más de los suyos..
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Gracias por enseñarme a sentir...; gracias por enseñarme a vivir esto que tanto amo...; gracias por enseñarme a llorar..., como ahora estoy llorando...

Macarena Pérez Pérez

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